Crédito: Mariana Coria
La menta es una planta perenne que tiene su origen en Europa. Es pequeña, de color verde brillante, muy utilizada en la repostería y cuyas hojas son ideales para adornar platillos, sobre todo los postres.
Su sabor es fresco y agradable, ligeramente picante e inconfundible, tanto así que es uno de los tres sabores favoritos en el mundo, pero también la menta cuenta con maravillosas propiedades digestivas. Te platico:
Esta plata contiene algunos elementos como el carvacrol, timol y mentol que ayudan a expulsar el exceso de gases de los intestinos. Un elemento más son los terpenos que le confieren propiedades antiespasmódicas. Es decir que alivian los dolores de estómago y retortijones y estimulan al hígado aumentando la secreción de bilis que genera una más fácil digestión.
Es muy recomendable tomar un té para después de la comida, si abusaste de la cantidad, o bien del consumo de las grasas no dudes en preparar una infusión a base de menta.
Te explico cómo: hierve un litro de agua, en cuanto suelte el hervor añade un manojito de menta bien lavada, baja el fuego, tapa la olla y deja que hierva a fuego muy bajo por 5 minutos, pasado este tiempo retira del fuego y deja reposar otros 5 minutos, cuela y toma de inmediato.
El aceite esencial de la menta, y los flavonoides, ejercen efectos antiflatulentos, espasmódicos, colagogos y analgésicos.
Así que ahora sabes las razones del porqué las abuelitas te recomiendan tomar un té de menta cuando te duele el estómago. Hay muchísima sabiduría en la tradición.